Diamanda Galás
"Epístola A Los Transeúntes"
Reanudo mi día del conejo
Mi noche de elefante en descanso
Y, entre mí, digo:
"Ésta es mi inmensidad, en bruto, a cántaros,
Éste mi grato peso que buscará bajo
Para pájaro
Éste mi brazo que por su cuenta
Reusó ser ala
Éstas son mis sagradas escrituras
Éstos mis alarmados campeñones".
Lúgubre Isla me alumbrará continental,
Mientras el capitolio se apoye en mi Íntimo derrumbe
Y la asamblea en lanzas clausure mi desfile.
Pero cuando yo muera,
(de vida y no de tiempo),
Cuando lleguen a dos mis dos maletas,
Éste ha de ser mi estómago en que cupo mi lámpara en pedazos,
Ésta aquella cabeza que expió los tormentos del círculo en mis pasos,
Éstos esos gusanos que el corazón contó por unidades,
Éste ha de ser mi cuerpo solidario
por el que vela el alma individual;
Éste ha de ser
mi hombligo en que maté mis piojos natos,
Ésta mi cosa cosa, mi cosa tremebunda.
En tanto, convulsiva, ásperamente
convalece mi freno,
Sufriendo como sufro del lenguaje directo del león;
Y, puesto que he existido entre dos potestades de ladrillo,
Convalesco yo mismo, sonriendo de mis labios.
No es grato morir, Señor,
Si en la vida nada se deja!
Si en la muerte nada es posible!
Sino sólo lo que se deja en la vida!
No es grato morir, Señor,
Si en la vida nada se deja!
Si en la muerte nada es posible!
Sino sólo lo que se deja en la vida!
No es grato morir, Señor,
Si en la vida nada se deja!
Si en la muerte nada es posible!
Sino saber lo que pudo dejarse en la vida! Aha!